Cuando inicia diciembre, y sobre todo a partir de la segunda semana, la decoración de lugares pública, hogares y diferentes entidades, con temática navideña, da por inaugurado un período que suele ser de esperanza, de confraternidad. El “espíritu navideño” se mezcla con el calor chaqueño para avizorar un cierre de año para reflexionar y para comenzar a plasmar los objetivos del próximo año.

Pero para los trabajadores de salud pública de la provincia, hay varias navidades que no hay ni espíritu, ni esperanza, ni nada. Este 2020 terminó por demostrar el nulo interés de las autoridades hacia trabajadores que han sido llamados “esenciales” pero que en la práctica siempre fuimos “descartables”.

En un contexto donde el mundo entero reconocía la encomiable labor de los trabajadores de la salud, soldados de la primera línea de fuego en la lucha contra el COVID19, en el Chaco nos volvieron a usar, y luego, a descartar.

Los salarios de los trabajadores de salud pública del Chaco nuevamente quedaron muy por abajo del alza de precios. Decimos “nuevamente” porque acumulamos años de pérdida real. Los salarios están tan depreciados en la provincia que no llegan siquiera al mínimo vital y móvil: un enfermero de categoría 6C tiene un salario básico de $18.600; un médico categoría 8C tiene un salario básico de $20.300. ¿De cuanto es el salario mínimo, vital y móvil? De $20.588.

El nivel de depreciación del salario es tan alto que incluso una pareja de trabajadores de salud pública con hijos está condenados a la pobreza. Suponiendo que una familia está compuesta por dos médicos de categoría 6C que tienen dos hijos, el ingreso de ese hogar por salario básico es de $40.600, cuando la canasta básica en el Chaco vale hoy $48.954. Por ende, ese hogar es pobre. El gobierno del Chaco la hizo pobre.

Si bien el salario básico esta acompañado de complementos, es el básico es que debemos mirar para determinar la importancia que el Gobierno nos da. Y si nos basamos en eso, no solo no le importamos, sino que hasta le generamos rechazo. La política salarial 2020 (y 2019, 2018, 2017…) demuestra que valemos poco y nada, y que debemos conformarnos con montos en negro que sumen migajas a un salario absolutamente deprimido, y con aumentos anuales que parecen ser más bien un mal chiste que un verdadero reconocimiento.

Ahora bien, la situación de trabajador precarizado es todavía peor. Más de dos mil compañeros que son piezas fundamentales del sistema sanitario no logran tener el reconocimiento que merecen por parte del gobierno, siendo perjudicados en todo punto de vista: se pusieron al hombro la pandemia, cubrieron servicios esenciales a costa de su propia salud, y muchos de ellos ganan incluso menos de $15.000 al mes, no teniendo ningún tipo de cobertura ni derecho laboral alguno.

Pero no solo la farsa es hacia los trabajadores, sino también hacia el sistema de salud pública. La mejor forma de confirmar esto es mirar el Presupuesto de Salud Pública de la provincia. En el país y en la gran mayoría de las provincias, debieron sobreejecutar el presupuesto asignado a Salud producto de la emergencia sanitaria que obligó a destinar más recursos a la atención de los establecimientos, compra de insumos, y servicios varios de salud.

Pero en el Chaco parece que no llegó la emergencia: hasta el 18 de diciembre, la ejecución del presupuesto de Salud pública en el Chaco era del apenas el 85%, lo que significa que la provincia no ha destinado recursos extraordinarios de las arcas provinciales para la salud pública; y, por el contrario, todo lo que llegó de manera extraordinaria fue entregado por el Gobierno Nacional. La inversión del Estado provincial se redujo a nada.

Para ejemplo basta un botón: para equipos sanitarios y de laboratorio el Chaco destinó $134,2 millones este año; pero en publicidad gastó $198,2 millones.

Los reclamos son muchos. Pero queremos que la población se despierte y comprenda la magnitud de nuestra situación. Somos profundamente agradecidos por los aplausos y las palmadas de aliento de la sociedad hacia nosotros por nuestra tarea en esta pandemia, pero del Gobierno esperamos otra cosa. Esperamos reconocimiento formal y plasmado en soluciones de problemas que no son de hoy, sino de hace años.

Hemos sufrido un inexplicable abandono por parte de las autoridades provinciales y no entendemos aún porque, desde el Gobernador hacia abajo, tienen tanto desprecio por el trabajador de la salud pública. No se trata de una apreciación subjetiva, se trata de hechos concretos: no hubo trabajador alguno que haya trabajado más y con más riesgos que el de salud pública en la provincia. ¿No merecemos un reconocimiento en serio?

Si antes lo sospechábamos, hoy lo confirmamos. El Estado chaqueño, hoy en manos de uno, pero anteriormente en manos de otro, no tiene absolutamente ningún tipo de intereses en el trabajador de salud pública. NINGUNO, y hasta parece ser que juega al efecto cansancio buscando que más y más profesionales emigren a la salud privada.

Chaqueños: entiendan que lo que está en juego es el sistema sanitario provincial en su conjunto. Hemos sido manoseados, usados y ninguneados en un nivel que roza lo cínico. El gobierno provincial, el gobernador Capitanich, tiene que dar la cara y dar una respuesta. No dar excusas ni inventar ecuaciones logarítmicas buscando desviar el eje de atención a algo que solo él entiende que quiere decir. Tiene que dar respuestas concretar, asumir sus propias falencias y buscar alternativas.

Si el gobernador no es capaz de reconocer que todo lo que decimos es cierto, entonces grises nubarrones se asoman sobre la noche navideña, augurando un mal 2021 antes siquiera que empiece.

Es hora de la autocritica y de la honestidad. El Gobernador nos los debe a nosotros y todo el pueblo chaqueño.

Asociación de Profesionales, Técnicos y Auxiliares de Salud Pública del Chaco

APTASCH

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